Por: Lithus Pérez/Lit by lit

En medio del caos actual que rige lo que pareciera ser una versión alternativa y muy dañada del Nuevo Orden Mundial, hay muchas novedades artísticas que no se deberían escapar de nuestro radar, ya que
en ellas podríamos encontrar el respiro que a veces buscamos.

El 8 de febrero de este 2020, poco tiempo después de nuestra dispersión por los incendios de Australia, Álvaro Salas Castro, fundador de Demo LAB (Laboratorio de Democracia), anunciaba en su Facebook personal que habían terminado de grabar un EP sobre un nuevo proyecto musical llamado Jackie Onassis, uno que realmente me agarró por sorpresa y lo he disfrutado a fondo estos últimos días.

En marzo de este mismo año ese EP llamado Shapeless y producido por Misha Pacheco y Martin Brandt en Conquista Records, vio la luz. Unos años atrás, Salas y Pablo Salazar prometieron ante el desierto de California formar una banda, luego de haber pasado tres días en una maratón de conciertos con artistas como Neil Young, The Who, Bob Dylan, Roger Waters, Paul McCartney, entre otros.

Shapeless es un EP de cuatro canciones que fueron construidas con la ayuda de la hija de Álvaro, Valentina; y que al igual que el nombre de la banda están llenas de simbolismos tras ser creadas con base en un conjunto de poemas y escritos sobre ciclos en relaciones, cambios de países, de carreras, de hijos creciendo y de diferentes formas de ver el mundo.

Tras escuchar varias veces el disco y comprender el concepto, llegué a la pregunta clave. ¿Porqué la banda se llama Jackie Onassis? Jackeline Kennedy Onassis, fue la primera dama de los Estados Unidos por ser la esposa del trigésimo quinto presidente, John F. Kennedy, quién asumió en 1961 y fue asesinado en 1963.

Onassis fue catalogada en 1999 como una de las mujeres con personalidad más admiradas en Estados Unidos durante el siglo XX y así mismo destacó como un ícono de la moda.

El día del asesinato de JFK, Jackeline llevaba consigo un vestido rosado de Channel, que por supuesto quedó lleno de sangre y en el momento que se iba transferir el poder al vicepresidente L. Johnson, se le
pidió a Onassis cambiarse el vestido, ante lo que ella se negó.

Muy a pesar del dolor inmediato que estaba viviendo, ella quería que el mundo se enterara abiertamente de lo que le había sucedido a su esposo y dejó deslumbrar no solo su elegancia con un vestido ensangrentado, sino su valentía para enfrentar una sociedad que cuestionaba su rol como mujer
en medio de una crisis política.

De hecho, el disco tiene varias referencias a la lucha de género y a la masculinidad tóxica tan presente en Latinoamérica y el mundo entero.

Más allá de las conexiones conceptuales, la música tiene amplias referencias internacionales con géneros clásicos como grunge, folk o rock alternativo, también hay un sinfín de influencias nacionales plasmadas por el mismo Álvaro, como Voodoo, Cabeza de Vinil o Solo Carne. Además, también hay influencias directas de artistas nacionales como Sebastián Suñol, Carlos Agüero, Malí Batalla, Julián Mora o Gloriana Carballo.

El disco en sí cuenta con colaboraciones bastante prolíficas, entre esas, la cellista Fabiola Guillén y la saxofonista Ivannia Morales, ambas de la Filarmónica. También participó el baterista de Un Rojo Reggae Band, Alonso Zayas, el bajista de Magpie Jay, Felipe González y el de Cabeza de Vinil, Eduardo Yamuni. Además, actualmente están trabajando con Guillermo Arriaga, escritor y director de producciones audiovisuales como Amores Perros y Tu Mamá También.

“Esto fue para nosotros un proceso de catarsis y crecimiento extrapolado en la música. En donde aprendimos, crecimos e hicimos muchos amigos nuevos fuera de nuestras burbujas de privilegio. Estoy muy agradecido con los músicos y bandas que nos inspiraron en hacer este proyecto”, mencionó Álvaro en un post de Facebook que vale la pena leer de inicio a fin.

Tras un análisis personal del álbum, concluyo que al igual que Jackeline se logró enamorar y reinventarse tras la muerte de JFK en medio de una crisis política, el EP se reinventa así mismo en tan solo cuatro canciones, algo que a mi parecer resulta más valioso que un disco de larga duración que me cuenta una y otra vez la misma historia.