El artista británico ha muerto tras batallar 18 meses contra el cáncer. Tenía 69 años de edad.
Las noticias de su fallecimiento se anunciaron hace unas horas en su sitio web y prefiles sociales. El comunicado leía:
“David Bowie murió hoy apaciblemente, rodeado de su familia, luego de una valiente lucha de 18 meses contra el cáncer. Aunque muchos de ustedes compartirán esta pérdida, les pedimos que respeten la privacidad de su familia durante este período de luto”.
La noticia fue pronto confirmada por medios como The Hollywood Reporter y el hijo de Bowie, Duncan Jones.
La muerte del astro viene apenas 3 días después del lanzamiento de su álbum de estudio #26, Blackstar. La temática del disco sobre la muerte, morir y la angustia de quedar en el olvido toma un nuevo significado ante la luz de su partida. En otro comunicado, el productor de Bowie por muchos años, Tony Visconti confirmó que el nuevo LP fue grabado como un regalo de Bowie a sus fans antes de partir,
“Siempre hizo lo que quiso hacer. Y quería hacer esto a su manera y hacerlo de la mejor forma. Su muerte no fue diferente a su vida – una obra de Arte. Él hizo Blackstar para nosotros como un regalo de despedida. Supe por un año que esta era la forma en que serían las cosas. Sin embargo, no estaba preparado para ello. Fue un hombre extraordinario, lleno de amor y vida. Siempre estará con nosotros. Por ahora, es apropiado llorar”.
Ampliamente considerado como el innovador más grande de la música, David Robert Jones nació el 8 de enero de 1947 en Brixton, Londres. Sintió atracción por la música luego de que su pare llevara a casa una colección de discos que incluían a Elvis Presley, Little Richards y Fats Dominos. Pronto empezó a estudiar ukulele, bajo y saxofón alto. A la edad de 15 formó su primera banda. En 1964 lanzó su álbum debut “Liza Jane” bajo el nombre Davie Jones with the King Bees. En años subsiguientes se uniría a varias agrupaciones hasta cambiar finalmente su nombre a David Bowie y relanzarse como acto solista.
Durante la próxima década, Bowie estableció su genialidad musical con obra maestra tras otra. Cada lanzamiento trajo un nuevo sonido y una nueva persona, desde el glam rock de Ziggy Stardust al rock experimental de Thin White Duke, a la “era Berlín” durante la cual trabajó con Brian Eno en tres discos avant-garde.
Durante el curso de una carrera de 50 años, Bowie vendió más de 140 millones de álbums en todo el mundo. De sus 26 discos de estudio, cinco llegaron a platino en los EE.UU y siete fueron de oro. Ganó tres premios BRIT, dos Grammys y fue inducido al Salón de la Fama del Rock and Roll en 1996.
Pero premios y ventas de discos no explican por qué Bowie fue tan amado, por qué los fanáticos de la música hoy lloran. Parte de esto es por las canciones, muchas de las cuales se han convertido en icónicas dentro de la sociedad. Está “Space Oddity” y su conversación cósmica entre Major Tom y “ground control”. También “Heroes“, posiblemente uno de los himnos románticos más poderos jamás escritos. La balada “Life on Mars?” interpretada con vocales de Bowie que transmiten tanto confianza como vulnerabilidad, un clásico como pocos.
Quizá más importante es que además había música para bailar. En el centro de mucha de la expresión de Bowie fue la necesidad de que la gente se moviera, y esto se vio reflejado por sus muchas y variables influncias, desde el rock and roll hasta el disco, desde el new wave al industrial. Bowie siempre estaba escuchando el sonido de los tiempos y colocando su propio sello en cada uno, haciendo canciones tan únicas como “Rebel Rebel“, “Suffragette City“, “Fame“, “Modern Love“, “Changes” y “Let’s Dance“. No importaba el trasfondo, Bowie siempre fue Bowie.
Interesantemente, a pesar de ser una figura tan singular, Bowie también fue un colaborador. En los 70 fue amigo de Lou Reed e Iggy Pop, dos artistas con los cuales siempre estaría asociado. Además escribió “Fame” con John Lennon. En los 80 grabó uno de los duetos más icónicos de la historia, “Under Pressure” con Freddie Mercury de Queen. En los 90 hizo yunta con Trent Reznor, haciendo gira con Nine Inch Nails y colaborando en el track “I’m Afraid of Americans“. Nunca perdió el interés de ser un compañero de trabajo, cantando vocales para TV on the Radio y Arcade Fire. Había algo innatamente relacionable y humilde en esa actitud de Bowie a colaborar, nunca haciéndole ver pretencioso o superior, aun si bien tenía el derecho de serlo.
Y la música no fue su única pasión. Los fans también recibimos de Bowie sus apariciones como actor, con roles en la pantalla tan creativos e impredecibles como su música. Empezó en 1976 con la adaptación de The Man Who Fell to Earth, un filme que ganó estatus de culto en el tiempo. Luego fue el protagonista en la película de Jim Henson, Labyrinth. Hubo muchos papeles serios, como su rol de Nikola Tesla en The Prestige (2006), como Andy Warhol en Basquiat (1996), y Poncio Pilato en La Última Tentación de Cristo (1988). Bowie también se interpretó a sí mismo en la comedia Zoolander.
En su vida personal, Bowie se casó dos veces teniendo un hijo por cada una de sus relaciones. Duncan Jones, hijo de su primer matrimonio es ahora director de cine. Su segunda esposa, la ícona de la moda Iman fue su pareja desde 1992 hasta el día de su muerte.
Durante los próximos días, semanas y quizá años, la gente intentará poner la vida y obra de David Bowie en contexto, pero nadie podrá lograrlo realmente. Su influencia e importancia son simplemente insuperables. Es uno de los pocos músicos sin los cuales es imposible imaginar cómo sería la cultura popular si nunca hubiesen existido. Podemos decir que el mundo fue mejor por que Bowie fue parte de él. Nuestra esperanza es que él haya sabido esto. Que haya entendido su enorme significado.
Miren por acá su última video, “Lazarus”, el cual fue lanzado la semana pasada.
Y un playlist de Spotify que resume los grandes éxitos de su carrera:
Buen viaje, maestro.
Vía CoS.