La noche del sábado 10 de agosto llegué al Jazz Café Escazú con la idea de asistir a un concierto, pero me llevé una experiencia que me hizo repensar la manera de vivir eventos musicales en Costa Rica. Puntualidad, orden, seguridad, confianza y creatividad son las mejores palabras que se me ocurren para definir el lanzamiento de uno de los proyectos culturales más prometedores que ha visto nacer este país.
Desde hace varios años, Antonio Rodríguez conoce el teje y maneje de la escena nacional, no solo por ser el manager de bandas como Magpie Jay y Sonámbulo Psicotropical, sino porque sabe que el motor más importante de este nicho es el amor por la cultura. Con esto en mente, Antonio inicia un plan para producir eventos que valoren el talento nacional y nos hagan sentir, a todos y todas, como una gran familia.
Así nace Caravana, una agencia de comunicación y producción artística que rescata lo propio, y busca exponer lo mejor del arte costarricense ante el resto del mundo. Un movimiento que crea su propio camino hacia las grandes industrias del entretenimiento, con la intención, precisamente, de llevar a todos en Caravana. Si piensan que ese concepto es creativo, esperen a conocer todo lo que Antonio y su proyecto tienen para ustedes.
Antes de iniciar el concierto del sábado, por los parlantes del Jazz Café solo se escuchó música nacional. La misma está incluída en este playlist que creó la agencia, con 50 canciones costarricenses producidas en los últimos 5 años. Los encargados de abrir la noche fueron los integrantes de La Máquina Salvaje, una propuesta que une el rock latino con armonías suaves de jazz. Su sencillo “Ojos Violentos” ya alcanzó más de 3000 reproducciones en Spotify (en menos de un mes de subido) y cuenta con un video cortometraje que está increíble.
Laver Otárola, vocalista de la agrupación, cuenta que les tomó más de un año lanzar su primer disco titulado Vick Osmic Telefün, una obra con cinco temas que fácil podrían funcionar como el soundtrack de una comedia romántica ambientada en La Habana. Otárola dice que fue “un lujo poder tocar con bandas de un nivel tan alto y con tanta trayectoria”. Las tres canciones que más disfrutó cantar fueron “Persianas”, “Ojos Violentos” y “Superman”.
El segundo showcase de la noche estuvo lleno de salsa picante y ritmos al mejor estilo de Carolina Reaper. Esta banda hace música desde 2016 y es una de las únicas propuestas de desert rock del país. Sobra decir que es uno de los grupos con más energía que he visto en vivo. Estos músicos en serio se mandan unos chiles picantes antes de subir al escenario o simplemente tienen mucho aire. Los 15 minutos de presentación pasaron volando, pero el público los disfrutó y sudó a más no poder.
La banda le hizo una intro nueva a “Deadly Poncho” para el chivo, pieza que también es parte de su disco debut, Cowards. Hace poco lanzaron el video de este tema y lograron una estética digna de ser premiada, así como una historia que merece ser contada. Por acá les dejo el enlace y recuerden que “no es no”.
Cuando le pregunté a Sebastián Acuña, cantante de los reapers, sobre qué opinaba de la iniciativa de Caravana, me respondió: “Toño es de los pocos managers ticos en que confío, le gusta hacer las cosas bien y si quiere crear cultura, siento que es un buen proyecto, sobretodo por él estar a la cabeza”.
La última banda emergente en tocar fue la mezcolanza más adictiva que ha llegado a la escena local: Triddi. Les puedo asegurar que no han escuchado algo parecido y precisamente esa es la carta de presentación de este grupo de artistas, su particularidad y locura. Abrieron con “Valentina”, una canción que mezcla el rock con el reggaetón en una pelea continua por armonizar. Una banda que logra fusionar así de bien estos géneros tan disonantes merece un aplauso de pie.
“Para este chivo ensayamos solo una vez, pero tenemos como un año de estarle dando dos o tres veces por semana, entonces ya la banda está conectada, pero le faltan un montón de varas. Le falta como un poco de quitar ruido y a mí me falta mucho en la voz, pero por eso ensayamos tanto, la práctica hace al maestro, dicen”, afirmó Triddi Molina luego de terminar el concierto. El cantante agregó que le fascina la canción “Let Go” de Magpie Jay y todas, literalmente todas, las canciones de Sonámbulo.
Luego de que Triddi bajara del escenario, hubo un pequeño receso para que el público alistara las piernas y la garganta para lo que venía. Sonámbulo Psicotropical dio uno de los conciertos más completos que ha presentado en el año y tocó casi que todo su repertorio de forma continua. Desde la primer cuerda hasta la última, la banda no dejó de tocar durante toda su presentación (sin pausas) y mantuvo a los presentes bailando todo el concierto.
Cuando empezó a sonar la guitarra de “Afrujo”, las luces se encendieron y empezó el chivo. A esa le siguió “Sonámbulo”, una canción inédita que la banda nunca ha grabado y solo toca en vivo. Luego “Manifiesto”, que fue la pieza en la que se vio a la banda más unida, sonriendo y bailando juntos (como acostumbran). Después siguió “Maraca”, donde el público se volvió loco y se calmó hasta que llegó “Jabalí Montuno” o “el reggae”, como le dicen los integrantes del grupo.
Justo antes de que Magpie Jay subiera al escenario para cerrar la noche, Antonio (organizador del evento) se acercó al micrófono principal y dijo: “Muchas gracias a todos por venir. Realmente no quería hablar porque Caravana tiene que ver sobre mí, pero también tiene que ver sobre todos y especialmente sobre lo que pasa en esta tarima. No sé si vieron “Agua” de Sonámbulo, esa vara es de otro planeta… pero mentira, es de Costa Rica. Tampoco sé si se dieron cuenta, pero desde las 9:00 p.m. solo ha estado sonando música nacional. Yo estoy aquí en esta tarima porque creo que Costa Rica es potencia en cultura y creo que, ahora, ustedes también se están dando cuenta”.
Luego de todos los aplausos por tan valiosas palabras, Julián Garita, Sebastián Suñol, Martín Brandt, Felipe Apestegui y Felipe González subieron al escenario y dieron un concierto de primer mundo. También se les unió en guitarra y coros el cantante de 424, Felipe Pérez. En los controles estaba Popeye, sonidista de confianza de la banda y quien, junto a ellos, logró armar un sonido que hizo vibrar todas las llanuras de Escazú. Los decibeles llegaron a su tope y se hizo notar que todos y todas estaban ahí por ver a estos músicos.
La banda abrió con “Complex” y luego tocó sus más recientes sencillos, “Skin of a Bear” y “Simple”, ambos parte de su último disco titulado Tragaluz. “Bigfoot” y “Lourdes” fueron las más coreadas por el público. “Red Carnation” y “Swim” se deslizaron por un silencio absoluto mientras todos y todas tenían la piel de gallina. La banda cerró con la canción “Tragaluz” luego de que todas las personas presentes gritaran “otra, otra” por más de cinco minutos. Fue la banda más ovacionada.
Sin duda alguna este fue un concierto para recordar, subir historias a redes y documentar con el celular. El que se haya perdido este evento de Caravana puede ir pensando en no faltar al próximo, si es que quiere vivir un chivo como nunca antes y ser parte de una gran familia que se está gestando en un punto crucial de la historia cultural costarricense.